viernes, 24 de abril de 2015

Cienfuegos, la Perla del Sur

10 de agosto de 2014. "Si Cuba tiene un corazón galo, se encuentra aquí, oculto bajo la sierra del Escambray. Si tiene un París, es Cienfuegos", con esta cita, la biblia del viajero (Lonely Planet), invita a descubrir la segunda ciudad más importante de Cuba. Así que, con esta interesante símil, allí que fuimos. De regreso a La Habana paramos, gracias a la libertad que nos brindó nuestro fiel utilitario, en esta ciudad, conocida también como la Perla del Sur. Una visita exprés de tres horitas que, pese a su brevedad, valió la pena.  

Cienfuegos fue fundada a principios del XIX por colonos franceses, que incorporaron el estilo neoclásico a su incipiente ciudad. Éste se percibe tanto en la arquitectura como en el diseño de la trama urbana, con calles anchas y rectas. En 2005, entró en el club de las ciudades con el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. "La ciudad que más me gusta a mí", determinó el cantante y compositor cubano Benny Moré. Podemos encontrar su estatua en el centro del Paseo del Prado, además del festival internacional de música que lleva su nombre.
Parque José Martí. Cienfuegos. 
Aparcamos sin problemas justo al lado del Parque José Martí, en el corazón de la urbe. Dejamos el coche a buen recaudo, bajo la "atenta" mirada y compromiso de un parqueador. Nada más llegar, le dimos un par de cucs y, al finalizar con éxito su tarea, otro más. 

Alrededor del Parque José Martí se hallan los principales lugares de interés de la ciudad. A un lado, el Teatro Tomás Terry, construido en 1889 e inaugurado con una interpretación de Aida de Verdi. Con influencias francesas e italianas, se edificó en honor al industrial venezolano Tomás Terry. Su auditorio, de mármol de Carrara y parqué tallado a mano, cuenta con 950 butacas. Es impecable la conservación tanto del edificio como de los palcos y los asientos originales. Una curiosidad: la fachada principal (foto) está rematada por tres motivos alegóricos que hacen referencia a la tragedia, la comedia y la música. 
Exterior del Teatro Tomás Terry. Cienfuegos.
Si seguimos el tour el sentido opuesto de las agujas del reloj, nos topamos con el único Arco del Triunfo que hay en toda la isla. Con influencia clásica de los europeos, cumple el propósito de honrar a todos los cubanos caídos en la lucha por la libertad y está dedicado a la independencia del país. A diferencia de otros arcos construidos por mano de obra esclava, éste fue levantado por obreros de la ciudad. Siguiendo en la misma dirección encontramos el monumento a Martí, el Palacio del Gobierno, y justo al lado, la Iglesia de la Purísima Concepción. Éstos dos últimos edificios solo los vimos únicamente por fuera. 
Único arco del Triunfo de Cuba. Plaza José Martí. Cienfuegos.
Después de esta visita exprés al corazón de Cienfuegos, que nos llevó cerca de una hora y media, volvimos al coche y tomamos todo el paseo del Prado en dirección al mar, a la bahía de Jagua. Aunque nos tuvimos que desviar un poco, debido a las calles cortadas por los carnavales, llegamos con relativa facilidad a nuestra siguiente parada: el Palacio del Valle, ubicado en el barrio de Punta Gorda. Además de ser un lugar destinado a eventos culturales, dispone de un restaurante y un bar-terraza, con muy buenas vistas a la bahía. Aquí es dónde comimos. Pedimos un surtido de pescado a la parrilla y arroz.  
Palacio del Valle. Cienfuegos.
El Palacio del Valle, un capricho arquitectónico del comerciante Don Acisclo del Valle, es una reminiscencia, un tanto ecléctica, del arte árabe-español, con diversas influencias. Entre ellas, la mudéjar. Dicen que en los años 50 una compañía compró los terrenos para convertirlo en el casino del Hotel Jagua (justo al lado), pero finalmente el triunfo revolucionario impidió que el proyecto saliera adelante. 
Palacio del Valle. Cienfuegos,
Por último, con un calorcito importante, paramos a ver, desde fuera, el Palacio Azul, ubicado en el mismo Paseo del Prado, al lado del Club Náutico de Cienfuegos. Se construyó en 1921 como residencia privada de un acaudalado tabaquero y en 2004 fue reformado para convertirlo en un hotel de estilo colonial. Una vez hecha la foto de rigor, pusimos rumbo a La Habana y, aproximadamente sobre las seis de la tarde, devolvimos nuestro Renault Escala en la agencia de alquiler.
La 'ochovía' (autovía) cubana vista desde el asiento del copiloto
El resto de la tarde lo aprovechamos para deambular por la zona de Centro Habana y nos acercamos a ver el ambiente de los Carnavales en el Malecón. Cenamos, si no recuerdo mal, en el restaurante italiano La Dominica (C/O'Reilly con C/Mercaderes) y nos fuimos a descansar. ¡Al día siguiente nos esperaba un madrugón para volar a Cayo Largo!

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