martes, 5 de marzo de 2013

Bergen, la estampa más turística de Noruega




El 11 de julio de 2012, en nuestro crucero de una semana por los fiordos, llegamos a uno de los sitios que, quizás por la fama y por la promoción turística, nos había creado más expectativas: Bergen, capital de provincia de Hordaland y la segunda ciudad más grande del país, con 263.218 habitantes. El barco amarró, a primera hora de la mañana, en el puerto de Bontelabo 2, que se encuentra a 15-20 minutos caminando del centro histórico de la ciudad.  Está bien indicado y, además, es suficiente con seguir a los cientos de pasajeros que bajan del buque. Ya sabéis, como Fuenteovejuna...

Muelle de Bryggen
Nuestra primera parada y correspondiente sesión de fotos fue en el histórico barrio de Bryggen, el antiguo barrio de mercaderes de la Liga Hanseática (importante desde la edad media) y Patrimonio de la Humanidad desde 1979. Aunque a lo largo de las años ha sufrido muchos incendios (el último, en 1955), se conserva en buen estado y muchas de sus coloridas casitas de cuento se han reconvertido en talleres de artesanía, restaurantes, estudios y tiendas de souvenirs. Es la típica estampa de postal. 

En esta zona, entramos en el Museo Hanseático, instalado en una antigua casa reconstruída en el siglo XVIII y que ilustra la vida típica de un comerciante de esa época. Abierto en temporada alta hasta las 17.00 horas (y hasta las 14.00 horas en temporada baja) y previo pago, el museo te ofrece la oportunidad de visitar una de estos curiosos edificios. Mientras que la planta inferior la utilizaban como almacén para el bacalao, en la planta superior se encuentran las oficinas y los dormitorios, entre otras estancias.
Dormitorio de los mozos. Museo Hanseático
Más tarde, paseamos por el famoso mercado del pescado de Bergen, que en noruego recibe el nombre de fissktorget. Éste es otro de los grandes reclamos turísticos. Gambas frescas (muy ricas), distintas variedades de salmón, carne de ballena y todo tipo de pescado fresco, para llevar o comer in situ, esperan a los viajeros. Lo tienen todo organizado para envasarlo al vacío y llevarlo como un souvenir más. Yo compré salmón salvaje, lo guardé en la nevera del camarote y llegó a casa más bien que bien. Eso sí, ojo con el precio! Podéis llevaros una desagradable sorpresa al pagar si no consultáis antes... Curiosamente, durante la visita al mercado chocamos con un simpático cartel, huella de algún español residente en Bergen: El hombre y el samón, cuanto más salvaje más sabrosón

Aprovechando que estaba al lado del Fish Market, nos acercamos a curiosear al punto de información turística. Allí nos dieron un mapa y nos marcan las cuatro cosillas que ver en el día. Están muy acostumbrados al turismo de crucero y van al grano. Básicamente y como yo llevaba muy bien preparado el viaje, este centro es ideal para sentarse, hacer un break y conectarse a internet (gratis) para saludar a familiares y amigos. Si no han cambiado la constraseña, que está indicada en la pared de la oficina, es: bergenbergen.
Fissktorget. Mercado del pescado.

Cuando vemos que la cola del funicular Floibanen ha menguado lo suficiente como para tener que esperar sólo 10 minutitos, decidimos que es el momento para subir al monte Floyen, donde disfrutamos de unas preciosas panorámicas de Bergen y de un bosquecillo lleno de trols de madera. ¡Me encantan! En aproximadamente siete minutos, nos plantamos en la cumbre. Desde allí, avistamos, entre otros, nuestra casa flotante: el Magnífica. Si bien en mi planning tenía programado un paseo de una horita (hay varios itinerarios y senderos por el monte), lamentablemente lo tuvimos que convertir en una visita exprés a causa de la lluvia. Al bajar, en una plaza en frente del Fish Market y al lado del Museo Hanseático, caímos en la tentación, después de probar varios modelos, y compramos los tipicos gorros "made in Norway", con orejeras incluidas.
Vistas desde el monte Floyen
Subiendo con el funicular
Como todavía era pronto, decidimos, la única vez en todo el crucero, ir a comer al barco. Entre las dos y las tres de la tarde,  nos dio tiempo a ir al buffet Sahara, secarnos un poco, cambiarnos de calzado y reponer fuerzas. Luego, todavía tuvimos un par dos horas para disfrutar de Bergen y callejear de nuevo por Bryggen. Intentamos entrar en la fortaleza Bergenhus, uno de los castillos más antiguos y mejor conservados de Noruega, pero estaban cerrando. De esta construcción destaca el salón de Haakon y la torre Rosenkrantz. 

Antes de marcharnos, entré en un supermercado a comprar el famoso cheese brown, un queso con una tonalidad marrón y un cierto sabor dulce. Realmente, allí se llama brunost. Vale la pena probarlo. Compré un paquete de 500 gramos envasado, que luego guardé, junto al salmón, en la nevera del camarote y que llegó a casa en perfecto estado.

Brown Cheese. En noruego, brunost.
 Con el trote que llevamos y después de pasear también por una barrio de casitas blancas, a las 17.15 horas subimos al barco. El 'todos a bordo' era a las 17.30 horas, y ya se sabe: ¡el barco no espera!. A las seis de la tarde, mientras el Magnífica ponía rumbo a un nuevo puerto, nos despedimos de Bergen desde el jacuzzi de La Grota Azzura. Posteriormente, nos lanzamos a degustar en la habitación una bandeja de canapés, un bol de frutas y una botella de cava, todo un detalle de la naviera. Nuestro día acabó en el restaurante l'Edera.
Canapés, fruta y champange italiano