lunes, 2 de junio de 2014

El eterno encanto de Montmartre

Parece que Montmartre permanece impasible en el tiempo. Este barrio frecuentado antiguamente por bohemios y pintores, y poblado hoy en día por un buen número de cabarets y sex shops, con un cierto toque canlla, sigue encandilando por igual tanto a turistas primerizos como repetidores. Entre estos últimos, nos encontramos nosotros. En diciembre de 2013 (sí, ya hace unos mesecitos...tenía el post a medio escribir), en nuestra escapada navideña por la ciudad, decidimos dedicar buena parte del 7 de diciembre a este gran imperdible. El consejo: olvídate de reloj. Relax. Disfruta. Observa. Vive Montmarte. No te quedes solo con el arichiconocido Mouline Rouge... Sería una pena.
Cafe des 2 Moulins (rue Lepic)
Llegamos hasta la parada de metro Pigalle, y recorremos parte del Boulevard de Clichy, hasta llegar a la famosa Rue Lepic. Aquí hacemos varias paradas. La primera, en el Café des 2 Moulins, dónde se rodó la famosa película de Amélie. En este bar-brasserie trabajaba la famosa protagonista, un cartel de la cual recuerda hoy, en el fondo del restaurant, ese icono de la gran pantalla. 

En la otra acera, la Fromagerie Lepic hace la boca agua a todos los visitantes que recorren esta vía. Quien más o quien menos, se detiene unos instantes ante su atractiva vitrina. Y es que dan ganas de probarlo todo... Con el buen tiempo, una opción para los amantes del pícnic (bien sea el tradicional, o en su vertiente chic, según gustos), es comprar una de sus bandejitas de degustación e ir a saborearla tranquilamente a la orilla del Sena o a alguno de los parques o zonas verdes de la ciudad. Acompañado por una baguette o por algunos de los riquísimos panes que tienes en las boulangeries. Mmm...
Place du Tertre
Seguimos subiendo la calle, hasta llegar al Moulin de la Galette, un antiguo molino de viento transformado hoy en un restaurante. Callejeamos por las adoquinadas calles con cierta pendiente hasta llegar a la idílica Place du Tertre, atestada de pintores, caricarturistas y curiosos. Estampa idílica que todo el que haya estado en la ciudad tiene gravada en la mente.

Otro de los mercadillos navideños famosos de París es el que está ubicado a los pies del Sagrado Corazón, en Montmartre. Aunque es mucho más pequeño que el de los Campos Elíseos, tiene su propio encanto.
Mercadillo navideño en Montmartre, a los pies del Sagrado Corazón

Para finalizar un recorrido por Montmarte no podemos olvidar hacer una visita al Sagrado Corazón, sin coste de acceso (salvo la cúpula). Dentro, durante estas fechas, puede verse, al igual que en Notre Dame, el belén. Para los que se atrevan a rememorar momentos happy de la infancia (que equivale a una gran parte de turistas, parece ser que perdemos un poco el sentido de la vergüenza en el extranjero), a los pies de este templo, hay un antiguo tiovivo. Prefiero no decir la media de edad que había en el cacharrito cuando fuimos... Acabamos la ruta en las puertas del célebre Moulin Rouge
En el tiovivo de Montmarte
Acabamos la jornada visitando Les Invalides, antigua residencia para soldados y militares que acoge la tumba de Napoleón y que actualemente es el museo del ejército, y regresando a los Campos Elíseos. En el primero, pese a estar cerrado, se podía acceder a una plaza dónde había una exposición y exhibición de vehículos militares.

Exposición de vehículos militares en les Invalides
Esta vez, además de deambular por las decenas y decenas de puestecillos, nos subimos en la gran noria que instalan cada año por estas fechas en la plaza de la Concordia, le Grand Roue. Como todo, en París, no es barato. Si no recuerdo mal, costaba 10 euros por persona, y daba solo dos vueltas. Acompañamos este corto viaje con una paperina de castañas calientes, que compramos a los pies de la atracción.

Campos Elíseos desde la noria de la plaza de la Concordia