domingo, 12 de enero de 2014

París bien vale una Navidad

Después de varios años intentando hacer la típica escapadita de mercados navideños, este año por fin lo hemos conseguido. Las fechas: el puente de la Constitución. Después de mirar con las compañías aéreas low cost precios desorbitados, encontramos una oferta muy atractiva con Air France desde Barcelona. Tras un vuelo de menos de dos horas (con desayuno incluido), el 6 de diciembre de 2013 aterrizamos, sobre las nueva de la mañana, en el inmenso aeropuerto de Charles de Gaulle. La mejor opción para llegar a nuestro hotel, ubicado al lado de la Ópera, era el Roissy Bus, que sale cada 15 minutos y cuesta 10 euros por persona. En 45 minutos, este autobús va directamente a la Ópera, sin paradas intermedias y con espacio suficiente para el equipaje. Es una buena alternativa al taxi, que tarda el mismo tiempo y  cuesta 60 euros. 
En el Jardín les las Tullerías, con la noria de la Concordia al fondo
Al llegar a la Ópera, nos situamos en el mapa (gracias a mi inseparable Pop Out) y vamos para la Rue Vignon en busca de nuestro hotel: Hotel Le Vignon, que reservamos meses antes vía Booking. Con una ambiente romántico y un toque vintage, es totalmente aconsejable para moverse por la ciudad. Es súper céntrico, con tres líneas de metro (M8, M12 y M14) y una de RER (Auber, línea A) a dos o tres minutos. Además, es muy cómodo, con habitaciones bastante grandes y camas confortables, muy de agradecer después de largas caminatas por el asfalto. Además, tiene wifi gratuito y un radiador para las toallas del baño.
Habitación del Hotel Le Vignon
Después de dejar todo el equipaje en el hotel, bajamos por la Madeleine (por cierto, al lado esta Fauchon) hasta la plaza de la Concordia, donde por estas fechas ponen cada año una noria gigante, conocida como La Grande Roue. La dejamos para la noche y nos decantamos por un desayuno bastante tardío en La Maison Angelina, una de las mejores chocolaterías de París. Fundada en 1903, este salón estilo belle epoque, situado en el número 226 de la Rue Rivoli, es uno de mis locales favoritos de la ciudad. No se puede dejar de probar el chocolate africain (8€), que lo sirven en una fina chocolatera (da para dos o tres tazas), y va acompañado de una tarrina de nata y una jarra de agua. Como dirían los franceses, superbe! Pese a sus múltiples y atractivos pastelillos, lo acompañamos con la pasta por antonomasia de Francia, amén del pain au chocolat: el croissant.
Árbol delante de Notre Dame


Después, caminamos por la rue Rivoli, pasando por la rue Cambon (donde esta la maison Chanel, abierta en 1910), hasta llegar al jardín de la Tullerías, donde dimos un pequeño paseo aprovechando el buen tiempo que hacía. Seguimos por la orilla izquierda del Sena, pasando por delante del Louvre, hasta llegar al Pont des Arts, que alberga cientos de candados (y los correspondiente vendedores de estos artilugios, como no podía ser de otra manera). Después de inmortalizarlo con el idílico Pont Neuf detrás (que pese a su significado "puente nuevo", es el puente más viejo de París), pasamos por los bouquinistes, pequeños puestecillos que venden libros y carteles antiguos al lado del Sena, hasta llegar a la Île de la Cité.
Candados del Pont Des Arts
Callejeamos por la Île de la Cité hasta llegar a la majestuosa catedral de Notre Dame. A la entrada, un árbol de Navidad un poco destartalado. Aunque ya habíamos estado hacía cinco años, volvimos a entrar. Al fondo nos esperaba un original pesebre de madera, con juego de luces incluído. Comimos en una especie de café bistró y nos acercamos hasta el famoso Hôtel de Ville, un edificio que nunca me canso de ver y que el fotógrafo Robert Doisneau inmortalizó en la instantánea El Beso. Allí, cogimos el metro hasta nuestro alojamiento. Ya eran más de la cuatro y podíamos entrar a la habitación. Descansamos un poco para reponer fuerzas y dejamos algunas cosillas que llevábamos cargando todo el día encima. Más tarde, fuimos a Trocadero, que alberga el imponente Palacio Chaillot. Este punto ofrece, sin duda, una de las mejores vistas de la Torre Eiffel.
Vistas de la Torre Eiffel desde la plaza de Trocadero

Después de comprobar, con algo de pena, que el mercado de Navidad de Trocadero no estaba abierto (ni siquiera montado), pusimos rumbo a los Campos Elíseos. Empezamos en el Arco del Triunfo, hasta la plaza de la Concordia. Poco más de dos quilómetros de distancia. En el primer tramo, hasta la plaza de Franklin D. Roosvelt, los glamurosos escaparates de las marcas internacionales se habían vestido con sus mejores galas para celebrar la Navidad.
Decoración de los Campos Elíseos
En el segundo tramo de los Campos Elíseos, zonas ajardinadas donde está el Grand y el Petit Palais, estaba instalado el Village du Noël du Champs Elysées, uno de los mercadillos de navidad más grandes de la ciudad, con cerca de 200 casetas. Abierto hasta media noche los fines de semana, este mercadillo acoge un sinfín de productos: desde productos comestibles (salchichas, bocadillos, quesos, chocolate caliente, sopas, embutidos y crêpes recién hechos), hasta artesanía, pasando, como no, por los típicos productos navideños: gorros de papa noel, figuritas para el pesebre, postales navideñas, bolas y adornos para el árbol de navidad, pan de especias...Esa noche cenamos allí de pie, de puesto en puesto, un rico popurrí de dulce y salado. 
Crêperie L'Ancienne, en el Village du Noël, en los Camps Elíseos

Distintos panes de especias, en uno de las casetas de los Camps Elíseos