miércoles, 22 de octubre de 2014

Entre mogotes por el Valle de Viñales



6.8.2014. En esta nueva jornada dejamos atrás la capital y empezamos un mini-trip de cuatro días para descubrir algunas de las perlas de la isla de Cuba. La primera parada, hacia el sur, es el Valle de Viñales, la tierra por excelencia de los guajiros. Desayunamos sobre las 7 de la mañana y cargamos el equipaje en el coche de alquiler que recogimos la tarde anterior en la agencia Cubacar del Hotel Sevilla. Un Renault Scala, de categoría media, con aire acondicionado (imprescindible en agosto) y un señor maletero. Casi siempre hay una zona de aparcamiento vigilada 24 horas (una zona de parqueo, con su parqueador) alrededor de los hoteles y puntos turísticos. Por unos pocos cucs, se supone que el coche está "a salvo". Funciona.


Mapa en mano para poder ubicarnos (mínimamente), salimos de La Habana dirección Viñales. El gran problema de alquilar un coche en Cuba es la falta de indicaciones. Nos habían advertido de este inconveniente, pero in situ lo pudimos certificar. Así que hay que armarse de paciencia y, en muchos casos, perder tiempo y kilómetros, dar la vuelta y reconducir la ruta para coger el que crees que puede ser el camino correcto (que a veces tampoco lo es, ojo). Para salir de La Habana, recorrimos todo el Malecón dirección oeste, pasamos por un túnel y seguimos recta toda la Quinta Avenida. La segunda rotonda, a la izquierda (si no recuerdo mal, segunda salida). Vaya, pero que al final tuvimos que hacer uso de la buena predisposición de algunos viandantes para coger la "autopista" hacia Viñales.

Valle de Viñales. Vista Hotel Los Jazmines
Aquí una de las patidifusas anécdotas del viaje, a la que aún a día de hoy sigo dándole vueltas. A mitad de camino, una vez pasado la entrada a Soroa, debajo de uno de los múltiples puentes que hay en la autopista se nos tira un hombre uniformado delante del coche y nos hace parar en seco. "Soy la autoridad de la transportación de las personas. Se ha averiado un autobús y los trabajadores que van hacia Pinar del Río no pueden llegar hasta allí. ¿Serían tan amables de transportar a una persona?", nos dice el tipo, con identificación en mano. Ante tal "asalto", todavía no sé como, aunque a regañadientes, accedimos. Lo dejamos antes de coger el desvío para Viñales.

Más tarde, en la salida de la autopista hacia Viñales, el cartel estaba borrado y, cuando ya estábamos tomando la dirección equivocada, Dariel, un chico bastante joven que estaba haciendo autostop, nos señaló el camino correcto. A cambio (y sin pedirlo él), le llevamos hasta Viñales. La verdad es que fue una gran ayuda. Nos indicó cómo llegar. Iba a recoger su jornal a La Casita Verde, un restaurante que hay antes de llegar al Hotel Los Jazmines. Más adelante, algunos guías nos dijeron que es más aconsejable coger a gente de los pueblos (niños, madres con bebés, señoras mayores...) que no a gente de la autopista. Ahí tomamos nota y no volvimos a repetir (en la autopista). Lección aprendida!

Mural de la Prehistoria. Valle de Viñales. Pinar del Río
Sobre las 11.15 horas llegamos, por fin, al Hotel Los Jazmines, ubicado a 5 kilómetros antes del pueblo de Viñales. A 400 metros aproximadamente está el Centro de Visitantes, que ofrece excursiones organizadas y cuya sede cuenta con una pequeña explicación y exposición sobre el Valle. Desde Barcelona y con meses de antelación, había reservado con Liset, la encargada, dos excursiones para ese mismo día. Había que exprimir nuestro único día en ese bello e increíble paraje. Verdaderamente, de postal.  

Primero, Liset y el chófer nos llevaron a ver el Mural de la Prehistoria, realizado por el pintor cubano Leovigildo González Morillo antes de la revolución y que representa la evolución hasta la aparición del hombre. Ubicado en el Valle de Dos Hemanas, está pintado sobre una piedra de una de las elevaciones. Al lado del mural, hay un pequeño complejo con bar-restaurante, servicios e incluso tienda de souvenirs. Todo preparado para los visitantes. 

En el interior de la Cueva del Indio. Viñales
Posteriormente, fuimos a descubrir otro de los top ten turísticos del valle: la Cueva del Indio, apta para claustrofóbicos. Lo puedo corroborar. Es una cavidad muy amplia y con formas originales, por la que corre un río subterráneo: el río San Vicente. El primer tramo, el de entrada, se hace a pie. Unos 200 metros. El segundo, el de salida, en una lanchita, en grupos.  El "lanchero" va indicando algunas figuras que, con mucha imaginación, se han encontrado en los techos de la cueva.
 
Haciendo guarapo, en el Valle de Viñales
A la salida de la cueva, nos topamos con una guarapera. Aquí es dónde se hace tradicionalmente el guarapo, el jugo de la caña de azúcar exprimida. Está riquísimo y es la mar de dulce. Eso sí, se tiene que tomar al instante, inmediatamente después de exprimirse la caña. Fuimos los primeros en animarnos a probarlo, pero debimos dar envidia a los que venían detrás... Un poco más tarde, como ya explicaré, probaríamos unas de sus variantes, mezclado con el hijo alegre de la caña de azúcar (el ron). 

Guajiero en un secadero de tabaco, haciendo una demostración.
Después de esta primera excursión, Liset y nuestro simpático chófer nos llevaron al punto de partida de la segunda excursión que teníamos programada para ese día. De 14.00 a 16.30h hicimos una ruta a caballo por el Valle del Silencio. Como guía tuvimos al guajiiro William. Antes de subirnos a nuestro caballo, nos enseñó un secadero de tabaco tradicional y nos acompañó al de un compañero suyo, que nos hizo una pequeña demostración y elaboró un puro de principio a fin.  El único pegamento que utilizó: miel. 

Luego, empezamos la ruta. A lo largo de dos horas, pudimos disfrutar del precioso valle, que mezcla un exuberante verdor con los colores terrosos; pasear entre los impresionantes mogotes, cada uno con nombre propio, y disfrutar de las explicaciones de William. Nos contó intríngulis sobre el cultivo de la tierra, el reparto de la producción (el 90% va a parar al gobierno), cómo llevan el agua con mangueras a las casas del campo... 

También nos explicó cómo afrontaron el último gran huracán (Gustav) que asoló la zona el 30 de agosto de 2008 y la seguridad de la que disponen para hacer frente a estos fenómenos. A mitad del camino paramos en una pequeña hacienda donde descubrimos el guarapirón, una mezcla de guarapo, ron y limón. También riquísimo. En este caso, lo servían en unos vasos de caña de bambú para mantener el frío. Vasos que, final y casualmente, también tienen a la venta y que nos llevamos de recuerdo. Como no...

Ruta a caballo por el Valle de Viñales
Aquí, en esta hacienda, en medio del campo, nos muestran también como se tuesta artesanalmente el café, con una breve demostración incluida. También nos comentan el cultivo de la guayaba, una fruta que se utiliza mucho para postres y licores. Según nos dijeron, envían cierta cantidad de fruta a la famosa fábrica La Guayabita del Pinar a cambio de 50 botellas de este famoso licor. Después de esta variopinta demostración de productos locales y de refrescarnos el gaznate, nos dispusimos a coger nuestro caballo y seguir la ruta. Acabamos este maravilloso paseo en la finca agro-ecológica El Paraíso.
En una calle de Viñales. Pinar del Río.
Allí, en la finca El Paraíso nos recogió el chófer en su estupendo Pimco rojo de 1950 y nos llevó de regreso al hotel. Aquí, bañito refrescante en la piscina, que a esas horas estaba llenita de gente. Como todavía quedaba alguna hora de luz, de 19.30 a 20.30 bajamos con el coche a dar paseo al pueblo de Viñales. Aparcamos al lado de la plaza, en una calle sin salida, junto a la iglesia. Justo al lado hay un pequeño mercado de artesanía. 

Callejeamos por las vías secundarias de este bonito pueblo, viendo sus atractivas casas de colores, todas con una mecedora en la puerta. También pudimos ver algunas de sus instalaciones deportivas, con curiosos mensaje que promueven el ejercicio físico; los carros de animales que transitaban por sus calles...Antes de irnos, decidimos poner gasolina (siempre especial), pero se había acabado y tuvimos que esperar a que, con suerte, recargaran de madrugada. Esto es Cuba.

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