miércoles, 25 de septiembre de 2013

Elefantes y naturaleza en Chiang Mai

El lunes 29 de abril, madrugamos mucho, como de costumbre, desayunamos muy rápido y, con Surin, nuestro guía en Chiang Mai, pusimos rumbo al campamento de elefantes Maetaman Camp, ubicado aproximadamente a 45 minutos de la ciudad. Pese a respirarse en él un ambiente totalmente turístico, si se dispone de poco tiempo es una buena opción para tener contacto con los paquidermos y conocerles un poco más en profundidad. Nada más llegar, tuvimos la oportunidad de ver como bañaban a algunos elefantes y nos hicimos fotos con algunos de ellos, viligados en todo momento por sus respectivos mahouts, sus cuidadores. Los animales estan entrenados incluso para coger algún billetillo de unos cuantos baths...Posteriormente, vimos el típico show que ofrecen a los visitantes, donde los elefantes hacen acrobacias, practican deportes como el fútbol, realizan alguna construcción con troncos de madera e incluso pintan. Al acabar el espectáculo, los elefantes buscan a los espectadores para conseguir su sabrosa recompensa: plátanos y cañas de bambú, que venden en packs por todo el campamento (entre 20 y 40 baths).
Recibimiento de los elefantes a Maetamann Camp

Más tarde, hicimos el paseo a lomos del elefante, en una silla de madera montada para tal fin, por una especie de zona selvática preparada para estos recorridos. Durante el paseo encontramos 3 o 4 puestecillos donde mahout y elefante te invitaban a comprar más paquetitos de plátanos y cañas de azúcar. "La gasolina", bromeaba el conductor, que canturreaba en español, a su manera, la canción del elefante (un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña...). Después de pasear por la montaña, cruzamos el río encima de nuestro elefante. Finalmente, el regreso al compamento se hacía con un carrito de bueyes. Aún mas turístico si cabe que lo primero. En este segundo paseo, de unos 15 minutos, pudimos ver unos bonitos arrozales. 
Alimentando al paquidermo durante el paseo
Puesto de venta de plátanos y cañas de azúcar
Como culminación de esta excursión, que nos ocuparía hasta las 14.00 horas aproximadamente, bajamos por el río Mae Taman (que da nombre al campamento) casi durante una hora en una balsa de bambú. Pese a lo que uno pueda imaginar, son muy seguras. Una experiencia relajante que permite disfrutar de la frondosa vegetación del norte de tailandia. En ese momento el río no tenía casi caudal, y por ese motivo ibámos muy lentos. Segun nuestros barqueros, que iban totalmente cubiertos y que de vez en cuando nos cedían el remo, en las épocas de mozón éste puede llegar a subir cinco metro y, ese mismo recorrido, se hace en la mitad de tiempo: 30 minutos. Finalizado el tour, de vuelta a Chiang Mai, Surin nos invitó a hacer una pausa en un paraje lleno de eucaliptus, donde nos invitó a probar arroz negro con crema de coco, que había comprado con anterioridad para que lo probáramos. Todo un detalle.
Paseo en carro de bueyes

De vuelta a Chiang Mai y a petición mía, nos llevó al mercado de Wararot a buscar un thai floor pillow, un cojín de forma trinagular muy típico de Tailandia que se utiliza para sentarse en el suelo. Lo compré por unos 450 baths (creo que no llegó a los 15 euros). Como no había forma humana de meter tal trasto en la maleta, Surin fue tan amable de compañarnos a la central de correos de Tailandia en Chiang Mai y nos ayudó a gestionarlo todo para enviarlo por correo aéreo. Menos mla que íbamos con él, que lío...Al cabo de una semana, llegó a casa sin incidencias. También había la posibilidad de enviarlo por barco, que era un poco más barato, pero tardaba dos meses y las fechas no me cuadraban.

Remando por el río, con muy bajo caudal
Sobre las cuatro de la tarde Surin nos dejó en el hotel y nos despedimos de él. Nus duchamos, nos dimos unos minutillos de descanso y... nos fuimos al Wat Phra Singh, uno de los templos más famosos de la ciudad. Tenía planificados ver algunos más, pero es imposible querer abarcarlo todo. Y eso que cuadré el planning con calzador... Al llegar la hora de cierre, nos invitaron a abandonar el templo y decidimos ir a darnos un bañito en la piscina del hotel. Nos lo merecíamos. Con el calorazo que hacía, nos sentó de maravilla. Casualmente, en una de nuestras idas y venidas a la habitación, nos ofrecieron en la recepción del hotel una cena Kantoke, tradicional del norte de Tailandia, con bailes típicos incluídos. Son 700 baths por persona e incluye el traslado hasta el restaurante que la organiza. Nos pasaron a buscar sobre las siete y media de la tarde. Es una buena opción para los que no estamos acostumbrados a la cocina tailandesa: probarla sin arriesgar mucho. Olé a los fideos dulces o caramelizados... 
Bandeja con platos thai de la cena Kantoke
Finalmente, cuando acabó la cena y el espectáculo pedimos que en lugar de devolvernos al hotel nos dejaran en el Sunday Night Bazaar de Chiang Mai, un mercadillo nocturno mejor que el de la noche anterior, con mucha más oferta. Aquí compré unas hawaianas por 140 baths, tres cuadros de madera súper bonitos por 150 baths cada uno y un montón de cajitas de bálsamo de tigre de la marca Tiger Balm, que va bien para los dolores musculares, entre otras cosas. Hay que reconocer que es mano de santo. Hay tres tamaños: pequeño (53 baths), mediano (70 bahts) y grande (90 baths). Lo hay en dos versiones: una más suave y otra más fuerte. A las once y media, cuando empezaban a recoger los puestecillos y nuestro cuerpo no pudo más, cogimos un tuk tuk para volver al hotel y hacer el equipaje. Al día siguiente nos esperaban las playas del sur.
Baile tradicional thai




Espectáculo relacionado con la cosecha

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