El domingo 28 de abril amanecemos, como es costumbre en el intenso periplo
exprés de diez días por Tailandia, en un lugar diferente en el que lo hicimos el día anterior: el Hotel
Sirilanna, dentro de las antiguas murallas de Chiang Mai. Conocida también como la Rosa del Norte, es la principal ciudad
de este punto cardinal de Tailandia. Sobre las siete y media, cuando el sol hace casi más de una hora
que se deja entrever por las cortinas, nos ponemos en pie para bajar a desayunar (a la carta, con diferentes estilos: tradicional thai, americano, vegetariano, europeo…) y encontrarnos, a las 8.30 horas, con Surin, de
la agencia turística Blue Elephants, que nos esperaba en un cuatro por cuatro con aire acondicionado y toda el agua fresca que quisimos para el camino. Él fue nuestro guía privado durante los dos días completos que estuvimos allí. Los recorridos los pacté totalmente a medida y según nuestros intereses meses previos al viaje vía correo electrónico. Todo un acierto si se tiene poco tiempo, como era nuestro caso.
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Templo Doi Suthep |
En el inicio de esta primera jornada en Chiang Mai subimos hasta el templo Doi Suthep, que coge el nombre del monte en el que está ubicado. A
poco más de media hora y con unas cuestas y curvas donde recomiendan mirar al
frente para no marearse (y más si se acaba de desayunar), llegamos a uno de los puntos más altos de la ciudad. Por el camino, el guía no explica que la provincia de Chiang Mai tiene 1,6 millones de habitantes y 1.200 templos,
mientras que la ciudad da cobijo a medio millón de personas y más de 300 templos.
Número nada despreciables, sobre todo en lo que se refiere a los templos, que hay uno en cada esquina. Una vez aparcamos, cogemos el funicular que hay para llegar al templo. Cuentan de los orígenes de su contrucción que un elefante con
una reliquia de Buda (extactamente, un trozo de su hombro) fue a morir a este monte, donde hace mil
años vivía un ermitaño llamado Supthep. Los lugareños acabaron por llamarle el monte/templo de
Suthep.
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Ritual de quema de aceite, para purgar con fuego los problemas |
Aquí, en el Doi Suthep, es donde Surin, súper atento en todo momento, nos explicó el significado de la
imagen de Buda (un antiguo príncipe indio): una mano abajo, que simboliza la tierra, y la otra plana, que
indica su interior. El pelo rizado representa los problemas; las orejas
largas, el saber escuchar y la sabiduría. Finalmente, la barbilla redondeada equivale a la amabilidad. Aquí,
como manda la tradición (que cumplen tanto locales como turistas) damos una vuelta en la dirección de la agujas del reloj a la gran stupa donde se
encuentra, a metros bajo tierra, la reliquia de Buda. También observamos las
diferentes ofrendas que realizan los thais con las flores de loto y el ritual de quemar unos aceites, para eliminar y purgar, con el fuego, los problemas. Surin también nos indica que anteriormente al budismo, los thais creían en el
animalismo y los espíritus de sus familiares. Por lo visto, en la actualidad esta creencia no se ha abandonado al 100% y convive con el budismo.
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Niñas hmong, originarias de China |
Después de salir del templo y bajando la larga escalinata que nos conduce hasta el coche (y que finaliza con dos grandes figuras de serpientes), nos asaltan, con todo el cariño del mundo, un par de niñas de la tribu hmong, originarias de china. Diariamente esperan en esta
escalera para recaudar unos cuantos
baths de los turistas. Creo recordar que le dimos a cada una 20 baths, auqnue el guía nos dijo
que con 10 para cada una era más que suficiente… Es increíble con el cariño que
te cogen y te abrazan. Por otro lado, de un poco de pena. Además de estar maquilladas en exceso….
Según creo recordar, es un grupo procedente de la República Popular China y viven en
Vietnam y Tailandia. Antes de llegar al coche, Surin nos invita a un par de zumos
de naranja de unas paraditas que hay allí mismo, 100% guiris.
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Mujer padong, conocida como "mujeres jirafa", tejiendo |
Cuando el sol empieza a apretar, nos dirigimos al pueblo de
las mujeres jirafa, cuya étnia se llama realmente padong. Está al lado del Tiger Kingdom. Allí visitamos la
aldea, les compramos algo de artesanía (bolso tejidos a mano, tallas de muñecas de madera...), y hacemos algunas fotos.
Surin compró más de una veintena de chocolatinas para que se las diéramos a los niños del poblado, que estaban súper agradecidos.
Además, también vimos a las mujeres kayon, de orejas grandes; las palog, de
dientes negros; y otras con un gorro plateado que, si mis apuntes no fallan, se
llaman como kaha, o algo así. Real y tristemente, es como un
pequeño museo al aire libre. Si no recuerdo mal, ya que a nosotros nos incluía
la entrada con la excursión, el acceso costaba casi 500 baths por persona.
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Con los tigres más chiquitines, en el Tiger Kingdom |
Se hizo la hora de comer y fuimos al Tiger Kingdom, un recinto donde se puede estar en contacto directo con tigres y que queda
a menos de cinco minutos de la aldea. Allí, comimos buffet libre thai (incluido
excursión), y el guía nos dejó una hora para hacer la visita que quisimos a estos felinos. Existen muchas opciones: desde entrar a ver a los más pequeños, hasta los más
grandes, pasando por diferentes paquetes que incluye visitar a varios lindos (y grandes) gatitos.
Nosotros optamos por la opción de 1.200 baths, que incluye los baby,
los pequeños y los medianos. Me quedé con las ganas de dar el biberón a los
recién nacidos, pues no había en ese momento…La experiencia: un poco tensa y, con la
retrospectiva del tiempo, simpática. La verdad es que lo pasé un poco mal, pero
hay que vivirlo. Los más pequeños tenían entre dos y tres meses, y ya no eran
gatitos como los que tengo en casa. Los cuidadores
nos ponían al animalito con nosotros (a veces al lado, otras casi encima...), y ahí a aguntar el tipo…
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Con los tigres "medianos"del Tiger Kingdom (para mi, bastante grandes...) |
Ese dia acabamos la agotadora jornada en San Kapaheng, visitando los pueblos de
artesanía. Y es que si hay algo típico en el norte de Tailandia, es la
artesanía. Primero, fuimos a una fábrica de seda, donde nos mostraron todo el
proceso: desde la cria de los gusanos hasta el proceso de tejido con máquinas
de madera, pasando por la formación de los capullos de seda, su cocción y
los tintes naturales a base de flores. Aquí cayeron unos foulares para el cuello la mar de suaves.
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Cociendo los capullos de los gusanos de seda, para suavizarla |
Posteriomente, el guía nos acompañó a una fábrica de plata, donde no compramos nada, aunque había piezas muy atractivas (y caras). Aunque era
domingo, nos enseñaron cómo reconocer la plata buena de la falsa (ahora no me
acuerdo, lo hicieron rayando el material y aplicando un líquido…) y luego vimos cómo fabricaban un cuenco de plata. Para acabar el tour, visitamos Bo Sang, una pequeña aldea
donde el parasol es el rey. Aquí también se puede observar todo el proceso de fabricación:
desde los palos y varillas de madera hasta el papel especial con el que se
cubre.
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Construyendo un parasol, en Bo Sang |
Después de ocho horas y con la necesidad urgente de una
duchita refrescante, Surin nos dejó en el hotel. Después de un corto break, nos
dirigimos a la calle principal, buscando un Lila’s Massage, un centro de masaje
que nos habían recomendado. Realmente, es una cadena, y hay varios por todo Chiang
Mai. Es bastante económico, aunque no es lujoso. Eso sí, muy limpio, eocnómico y con
bonita decoración. Aquí cogemos un masaje thai herbal compress, que combina cerca de 1 hora del
tradicional thai con media hora de unos saquitos calientes que te los van
colocando en diferentes puntos del cuerpo, y un facial sbrub (limpieza facial).
De ahí y con el hambre que teníamos, nos metimos en el
primer restaurant-café que encontramo y pedimos pasta, nachos y pollo empanado.
En esta ocasión, nada thai. Una vez que recuperamos fuerzas, visitamos el famoso Sunday
Market de Chiang Mai. Si no recuerdo mal, aquí compré una funda de ipad mini
artesanal, por 140 baths, y unos pantalones tradicional thai largos, por otros
130 baths… Como vimos posteriormente en la internacional Kao San Road, vía de
los mochileros por antonomasia de Bangkok, aquí también había concentraciones
de amas de casa dando foot massage.
Gracias por este nuevo post. Bonito recordar la experiencia que tal fielmente describes.
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